Summary: | Los grandes cambios que experimentaron los espacios de la liturgia católica durante buena parte del siglo XX estuvieron ligados a las transformaciones que se dieron paralelamente en los espacios de representación del teatro occidental. La correlación de los cambios tuvo que ver con cómo cada uno de los dos ámbitos entendía su propio origen, y con el papel identitario que le concedió. Esas alteraciones en la espacialidad de la liturgia y del teatro tienen mucho en común, pero lo que caracteriza esas similitudes es que se pueden interpretar como "profanaciones", en el sentido que le da Giorgio Agamben al término. La profanación neutralizaría las separaciones base de las antiguas organizaciones espaciales, propiciando el desplazamiento de las funciones. En todo ello, se puede detectar una creciente apropiación del espacio por parte de los participantes -incluidos público y fieles- y una cierta exaltación del movimiento de sus cuerpos en ese espacio, con claras implicaciones políticas. El objetivo de este artículo es evidenciar que la vez que se ha producido esta incorporación de lo profano a los espacios tradicionales de la liturgia, lo sagrado ha trascendido los límites de los templos hace ya varias décadas, en un proceso que se ha acelerado en nuestros días al pasar de lo analógico a lo digital.
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