DOCTOR JUAN CLIMACO HERNANDEZ (Tunja,1881-1961)
<p>Hace un tiempo vengo estudiando con fervorosa dedicación la obra pedagógica, sociopolítica, etnológica y cultural de uno de los grandes boyacenses de este siglo, el médico Juan Clímaco Hernández y he encontrado datos muy valiosos de la historia de nuestra educación médica en las pos...
Main Author: | |
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Format: | Article |
Language: | Spanish |
Published: |
Editorial Kimpres
1984-07-01
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Series: | Medicina |
Subjects: | |
Online Access: | http://revistamedicina.net/ojsanm/index.php/Revistamedicina/article/view/1139 |
Summary: | <p>Hace un tiempo vengo estudiando con fervorosa dedicación la obra pedagógica, sociopolítica, etnológica y cultural de uno de los grandes boyacenses de este siglo, el médico Juan Clímaco Hernández y he encontrado datos muy valiosos de la historia de nuestra educación médica en las postrimerías del pasado siglo y comienzos del actual, que bien valen la pena ser conocidos puesto que las Memorias de Ibáñez terminan en 1884 y el estudio hecho por el Dr. Juan N. Corpas si bien comprende hasta 1922, es muy poco lo que refiere al período que en nuestra historia nacional se conoce como de la Guerra de los 1000 días.</p><p><br /><strong>EL NACIMIENTO Y BACHILLERATO EN TUNJA (1881-1897)</strong></p><p>El 22 de noviembre de 1879, en la solemne sesión de clausura de estudios de la recientemente fundada Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia, recibían el grado de médicos los jóvenes Rodolfo Rueda, Manuel J<br />Urruchurtu, Rafael Baquero, Eugenio de la Hoz y Miguel Hernández. Este último, nacido en Santa Marta, de 34 años de edad, había sido maestro de escuela superior en el Departamento del Magdalena, y recién graduado se trasladó a la ciudad de Tunja, como médico del Batallón Bolívar y allí ejerció su profesión hasta su muerte en 1911, alternándola con el periodismo y la política; fue elegido Diputado a la Asamblea de Boyacá en el período 1880-82 por el liberalismo de la provincia. Dicen las crónicas de la época que "a la Botica del Negro Hernández acudían todas las clases sociales, sin distinción alguna, a solicitar sus servicios médicos; los pobres sabían muy bien que en él tenían un defensor de sus derechos, listo siempre a aliviar sus dolores y miserias; y algunos contertulios iban en busca de distracción, charla agradable, tresillo tras los frascos y también, en noches especiales una mesa redonda con carpeta verde dejaba que los dados corriesen libremente.</p><p>A las 5 de la tarde, una vez encendidos los faroles de la Calle de la Torre, se sentaba e! médico samario a la entrada de su Botica y con su acordeón distraía la melancolía del crepúsculo e iba llorando sus recuerdos impregnados de la bulliciosa alegría del trópico, sacando de sus notas la historia de su juventud pasada a orillas del Caribe, hasta que en 1911 se calló el acordeón y se cerró para siempre aquella Botica"...</p> |
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ISSN: | 0120-5498 2389-8356 |