El amor y la sexualidad: valor y significado

A la luz de la Encíclica del Papa Benedicto XVI, Deus Caritas est, el artículo busca mostrar que el deseo humano de ser amado por sí mismo y de amar profundamente no es una utopía, sino que, si sigue un camino de armonización y de sanación, se vuelve verda- deramente apto para hacer del...

Full description

Bibliographic Details
Main Author: Oana Gotia
Format: Article
Language:English
Published: Universidad Anáhuac México 2014-07-01
Series:Medicina y Ética
Subjects:
Online Access:https://revistas.anahuac.mx/bioetica/article/view/714
Description
Summary:A la luz de la Encíclica del Papa Benedicto XVI, Deus Caritas est, el artículo busca mostrar que el deseo humano de ser amado por sí mismo y de amar profundamente no es una utopía, sino que, si sigue un camino de armonización y de sanación, se vuelve verda- deramente apto para hacer del eros no sólo fuerte en el tiempo, sino también bello, porque es íntegro y pleno. Se trata de hecho de un camino en el cual la mirada de la persona se vuelve límpi- da y capaz de ver en la carne la persona del otro, capaz de unifi- car las diversas vivencias despertadas en el amor –la atracción sexual, la emoción, la elección de la voluntad, el razonamiento– en un actuar siempre dirigido al bien verdadero del otro. Si en cambio, estos elementos preciosos inmanentes del amor no son custodiados juntos, el eros no es solamente empobrecido, sino es amenazado por la desintegración moral. El hombre tiene necesidad de encontrar aquellas vías de unifi- cación, de armonización de la viviencia amorosa, que son las vir- tudes, sobre todo la virtud de la castidad. Las virtudes humanas son verdaderos reservorios de aquellas maestrías internas que nos ayudan a encontrar la calidad en el amor, a tender a su pleni tud y excelencia. Las virtudes no nos hacen inmunes u opacos a lo real, no nos quitan aquella vulnerabilidad ontológica respecto al mundo y a las personas. Ellas nos ayudan, en cambio, a erradi- car aquella enfermedad que nos desintegra moralmente y nos deja solos con nuestras fragilidades, que se vuelven luego heri- das no curadas que nos sumergen en el drama del eros fragmen- tado, que no podrá nunca alcanzar aquello que promete. El amor humano armonizado es un eros tocado y renacido del Eterno, que abraza el tiempo y encuentra en él el modo predilecto de construir un amor fuerte, genialmente creativo, justo, sin negar la propia corporeidad. El ágape no destruye al eros, sino lo custo- dia y lo exalta, ofreciéndonos por tanto aquella libertad auténtica necesaria para amar: para amar en la diferencia, respondiendo al don con el don de nosotros mismos y acogiendo la fecundidad del amor verdadero que no es nunca estéril.
ISSN:0188-5022
2594-2166