Summary: | Producto de una prolongada y detallada etnografía en las milongas porteñas, la autora detecta un grupo clave: los antiguos milongueros, que centralizan el baile, el poder, y la atención en estos ámbitos. Con su marca de machismo y gracias a la aceptación gozosa por parte de las milongueras, los tangueros mantienen en secreto sus "historias" amorosas. De modo que hay un contraste entre el baile erotizado que se muestra en la pista y la contemplación aseptica que se registra en las mesas de alrededor, donde florecen vínculos libidinales que se mantienen fuera de la vista general. Por ello, la autora plantea que la milonga más que favorecer, traba la libre circulación sexual.
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