Summary: | La pandemia por COVID-19 ha obligado a los gobiernos de todo el mundo a la toma de decisiones con información preliminar, insuficiente o discutible en argumentos científicos, algo que como académicos debemos entender y acompañar y se convierte en un reto mayor: ¿cómo dar recomendaciones con información limitada y reducir las incertidumbres? Para ello, primero que todo, se debe reconocer que estos procesos están sometidos a cambios según la evolución del conocimiento y la comunicación de la información se vuelve crucial para evitar minar la confianza pública ante los cambios1,2. Es así como muchas recomendaciones para el manejo de COVID 19 han venido evolucionando a medida que se conoce mejor la patogénesis, sus mecanismos de transmisión y las particularidades en la respuesta inmune y, por ejemplo, pasamos de una recomendación inicial de medidas de prevención que incluía limpieza de superficies a una en la cual el énfasis es la limitación en número de personas en reunión3. La Asociación Colombiana de infectología junto con otras 27 sociedades científicas lleva tres diferentes actualizaciones de recomendaciones basadas en evidencia en los primeros 12 meses de pandemia, es decir cada tres meses se han venido revisando las más de 250 recomendaciones, lo cual ha significado un trabajo enorme de revisión, discusión y presentación final las cuales, afortunadamente, han sido acogidas y tomadas como base de las decisiones gubernamentales4,5.
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