Aclaraciones Wittgensteinianas en torno al Color

En este trabajo argumento que sólo mediante un enfoque y un tratamiento wittgensteinianos se pueden disolver las pseudo-dificultades filosóficas concernientes a los colores (naturaleza, conocimiento, ubicación, etc.). Sostengo que, aunque los hechos que de los que se ocupa la ciencia son fundamental...

Full description

Bibliographic Details
Main Author: Alejandro Tomasini Bassols
Format: Article
Language:English
Published: Editora Universitária Champagnat - PUCPRESS 2019-12-01
Series:Revista de Filosofia
Subjects:
Online Access:https://periodicos.pucpr.br/index.php/aurora/article/view/25464
Description
Summary:En este trabajo argumento que sólo mediante un enfoque y un tratamiento wittgensteinianos se pueden disolver las pseudo-dificultades filosóficas concernientes a los colores (naturaleza, conocimiento, ubicación, etc.). Sostengo que, aunque los hechos que de los que se ocupa la ciencia son fundamentales para que pueda gestarse el lenguaje de los colores, lo que la ciencia (ya sea la física ya sea la fisiología) tiene que decir es enteramente irrelevante para inquietudes concernientes al significado, utilidad, enseñanza y aprendizaje, etc., del lenguaje de los colores. Asumiendo una perspectiva wittgensteiniana, se puede hacer ver que los problemas filosóficos concernientes a los colores son efectivamente artificiales, porque plantean interrogantes en los que los nombres de los colores no son usados. Lo que nos debe interesar es describir su aplicación, explicar para qué nos sirve el lenguaje de colores, qué utilidad de hecho presta dicho juego de lenguaje. Doy por sentado que las palabras para colores no se usan solas sino en oraciones, en conexión con verbos de percepción y recojo dos contrastes de verbos como ‘ver’. Por una parte, ‘ver’ apunta tanto a propiedades objetivas de las cosas (‘la botella es verde’) como a experiencias visuales de los hablantes (‘tengo la experiencia visual de algo verde’). Por otra parte, los verbos psicológicos como ‘ver’ están marcados por una asimetría fundamental entre la primera y la tercera personas. Ambas distinciones tienen consecuencias para el lenguaje de los colores, porque éste sirve para lidiar con el mundo a través de nuestras vivencias. Éstas, sin embargo, son relevantes en la medida en que quedaron lingüistizados, esto es, cuando los hablantes ya se volvieron usuarios de la terminología de los colores, es decir, ya adscriben y reconocen correctamente las propiedades cromáticas de los objetos. ¿Para qué nos sirve entonces el lenguaje de los colores? En primera persona (“Veo tu auto rojo desde aquí’’) indico que tengo ciertas vivencias que son gracias al lenguaje comprensibles para otros y le doy garantías a mi interlocutor de que puedo lidiar con objetos (reconocerlos, identificarlos, etc.); en tercera persona (“él trajo el balón del color que se le pidió’’) me permiten describir la conducta exitosa de alguien en procesos de reconocimiento y manipulación de objetos. La presuposición fundamental del enfoque wittgensteiniano (establecida en las Investigaciones Filosóficas y usada de ahí en adelante) es la existencia de una comunidad lingüística. Comprendemos entonces que los nombres para colores, como cualesquiera otras palabras, se aprenden a través de un proceso de enseñanza ostensiva, ensayo y error, interacción permanente entre hablantes y aprendiz, premios y castigos, etc. Aplico también la idea de que, contrariamente a como proceden los filósofos, las palabras para colores no se usan solas, sino en oraciones y en conexión con actividades, esto es, con formas de vida. Los conceptos de juegos de lenguaje y formas de vida son pues los instrumentos que se requieren para superar los enredos filosóficos en torno al color.
ISSN:0104-4443
1980-5934