Summary: | El discurso televisivo está caracterizado por la presentación continua de programas; una emisión en la que prima la máxima concentración de contenidos en forma de ficción, información o publicidad. Dichos contenidos están articulados por unas formas enunciativas dominantes; formas que facilitan la producción de esos programas y el reconocimiento por parte de la audiencia. Dentro de ese lenguaje hegemónico existen unas reglas asumidas orgánicamente por la industria televisiva, entre las que se cuentan dos prohibiciones: el vacío y el silencio. Pero el discurso televisivo también posee, en el seno de esa “secuencia de flujo” que es la programación, unas zonas marginales: vacíos y silencios que, ya sea por limitaciones técnicas o por una ruptura con los códigos establecidos, se deslizan a lo largo de la programación televisiva. Son precisamente esos deslices, esas zonas marginales, las que serán analizadas en este trabajo a partir de un pequeño repertorio de casos, principalmente extraídos de segmentos de continuidad y piezas informativas. Se trataría entonces de percibir y apreciar esas áreas espurias, para así hallar un nuevo sentido, quizá no intencionado, pero igualmente significante.
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