Summary: | Actualmente nos encontramos envueltos en una serie de desafíos éticos que se
suman al gran reto que supone el propio fin de la educación. Ante tal situación,
resulta fundamental plantearse los valores que la sostienen, qué tipo de educación
queremos y con qué fin educamos. Este panorama invita a que se aspire a
la formación de seres autónomos, críticos y creativos, pero también sintientes y
compasivos. Esto, por una parte, alude a la importancia de las emociones en el
proceso de enseñanza-aprendizaje. Y por otra, remite a unos sentimientos y valores
morales que se presentan como una constelación que, tal vez, la neuroeducación
moral pueda dilucidar.
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