Summary: | En el cosmos preesperpéntico de Divinas palabras, un desfile grotesco e inauténtico de personajes organizados en torno al heterotópico mundo de la farándula y al doctrinal mundo rural, hacen del engendro Laureano y la adúltera Mari-Gaila sus víctimas. En un sentido trascendido de la crueldad –del modo en que Artaud o Nietzsche lo concibieran–, la lógica moral se ceba con estos representantes de la degradación humana, considerados indignos en tanto que disidentes de los marcos categoriales de normalidad y de decencia. La represión sufrida por estos títeres del fanatismo, y el asco producido por la figura animalizada, desembocan en la violencia más guiñolesca que aflora ante la necesidad de someter a la femme fatale, de aniquilar al monstruo.
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