Summary: | Las genéricamente denominadas “cuotas de aplicación” han sido, y seguramente seguirán siendo, un instrumento de suma utilidad y de profuso empleo
en las técnicas de acumulación de costos.
Se trata de un mecanismo que apunta a concentrar en los “objetos de costo” un colectivo de factores que comparten características específicas comunes.
Si bien fueron las técnicas clásicas las que le dieron su denominación genérica, otras más modernas, como el “costeo basado en actividades”, usan el
mismo instrumento conceptual aunque bajo otras denominaciones (“tasas de grupo”, por caso).
La Teoría General del Costo (TGC) propone un modelo para la observación sobre el “fenómeno” de los costos, que está basado en varios postulados
entre los que se ubica el reconocimiento de un “componente físico” y un “componente monetario” (o de valor) para cada recurso o factor productivo
considerado “de consumo necesario” en el proceso de producción de un objeto de costo.
De este concepto se deriva la llamada “ecuación general del costo” que propone que en el sustrato de cualquier determinación de costo está el sumatorio
del producto (como operación algebraica) entre los componentes físico y monetario de “cada” factor individualmente considerado.
La condición inherente de toda “cuota” de ser un vehículo de concentración de “colectivos de factores” plantearía una eventual contradicción con
los postulados expuestos, toda vez que el procedimiento no respetaría la individualidad en el tratamiento de los factores. De ser así, esto afectaría
los cimientos del modelo de observación.
El trabajo se propone el análisis del problema planteado, en la búsqueda de superar la contradicción si la misma fuese real, o de demostrar que
ella es solo aparente.
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