Doctor Roberto Serpa Novoa

<p><em><strong>Discurso de Orden pronunciado en la sesión solemne conjunta con la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina, 28 de julio de 1988.</strong></em></p><p>La Academia Nacional de Medicin...

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Bibliographic Details
Main Author: Hernando Groot
Format: Article
Language:Spanish
Published: Editorial Kimpres 1991-06-01
Series:Medicina
Subjects:
Online Access:http://revistamedicina.net/ojsanm/index.php/Revistamedicina/article/view/990
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author Hernando Groot
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description <p><em><strong>Discurso de Orden pronunciado en la sesión solemne conjunta con la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina, 28 de julio de 1988.</strong></em></p><p>La Academia Nacional de Medicina y la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina han acordado realizar esta sesión conjunta y solemne para conmemorar el centenario del nacimiento del profesor Roberto Serpa Novoa. Cumple así la Academia una de sus tareas más importantes, cual es la de recordar la vida de los académicos que nos han precedido. Más que tarea es un deber el cual no puede considerarse como un mero acontecimiento social y protocolario sino como un acto con objetivos muy claros.</p><p>Obviamente el más importante es honrar la persona que se recuerda, esto es hacer un reconocimiento público de sus actividades, enalteciendo sus obras y señalando la importancia de sus contribuciones. Otro es poner de presente sus calidades humanas, indicando aspectos de su vida y de sus experiencias que puedan sernas útiles para la solución de los problemas actuales y por lo tanto, sean ejemplos que merezcan seguirse. Otro es considerar en detalle alguna o algunas de sus actividades para así perpetuar la memoria de una obra bien hecha o de un ideal bien cumplido y en esta forma darle un sentido más C<‘lbala lo que es respetar y honrar a una persona.</p><p>La vida de Roberto Serpa fue tan rica en experiencias que me haría interminable si tratara de presentarlas todas, así fuera en forma resumida.</p><p>Dotado de una personalidad sencilla pero vigorosa, afable pero decidida, inteligente siempre y servicial como ninguna, encontró en el ejercicio de la medicina el cauce natural para el torren toso fluir de su energía, dando alivio a muchas gentes a quienes nunca cobraba sus servicios, pero sobre todo tratando de proyectarse al máximun para llevar salud al pueblo colombiano, ya multiplicando su acción desde la cátedra, que sus discípulos recuerdan con especial complacencia, ya enfrentando problemas dramáticos como la alta mortalidad infantil, la fiebre amarilla y la lepra, ya apersonándose para dirigir la solución de graves problemas de salud pública desde posiciones tan importantes como la de Secretario de Salud de Bogotá, Director de la Compañía Antileprosa y Secretario General del Ministerio de Salud.</p><p>Estas actividades y otras muchas, todas de especial relevancia, fueron complementadas con su vida académicas en el Hospital San Juan de Dios y más tarde en esta misma Academia Nacional de Medicina donde sus lúcidas intervenciones fueron recibidas siempre con profundo respeto. Entendiendo su papel como líder de la medicina en un país donde había, como las hay hoy, toda suerte de necesidades en materia de salud, tuvo por fuerza que intervenir en política, no como escalón para alcanzar preeminencia y poder sino para lograr oportunidades de servicio mejor a su pueblo, haciendo gala siempre de su gran sensibilidad social, de su profundo sentido liberal y democrático, y de su enorme preocupación por toda clase de injusticias. Aún le puedó tiempo para la literatura y fueron muchos los periódicos y revistas que guardan sus escritos y sus cuentos.</p><p>De sus múltiples actividades médicas habré de referirme esta noche -por razones elementales de tiempo- sólo a su contribución al estudio de la fiebre amarilla en Santander, enfermedad que ha sido y debería seguir siendo motivo de preocupación permanente para la medicina nacional, no sin antes hacer una breve descripción de los antecedentes y del ambiente que en este cam po le tocó afrontar a Serpa.</p><p>En efecto, entre las muchas epidemias que han azotado la patria tiene un puesto especial esta grave dolencia. Por ejemplo, ya casi no nos acordamos de la viruela que diezmó a la población indígena y que era frecuente en Bogotá hasta hace cuarenta años, todo gracias a esa maravillosa hazaña de la medicina preventiva que es haberla borrado de la faz del planeta...</p>
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